La magnitud del evento resulta complicada de explicar, es algo que sólo puedes percibir viviendolo en directo, ya el día anterior de camino a Sabiñanigo vas viendo docenas de coches cargados de bicis, y cuando llegas allí te encuentras con el pueblo decorado con bicicletas antiguas pintadas de colores chillones colocadas en todos los parques y jardines, obviamente cuando te diriges a la zona de inscripciones el ambiente es casi de fiesta mayor, lleno de gente haciendose fotos sobre un perfil de la ruta hecho de madera, un monton de coches intentando aparcar para hacer la inscripción, polícia controlando el tráfico... La sensación de estar en medio de un "sidral" importante.
El día 18, obviamente tocó madrugón para intentar llegar pronto a la salida, aunque un incidente con un chip perdido nos retraso ligeramente, a eso de las 07:15 ya estábamos en la salida dispuestos a partir Marc, Ramón y un servidor:
El iluso que creía que podría hacer la QH en menos de 9 horas...
Marc pone cara de sobrado, en plan, "la del año pasado si que fué dura..."
Ramón todavía está pensando en dónde ha dejado el chip.
José, Jordi Ferrer, Amanci, Mauri y Jordi Vilaseca llegaron con antelación y encontraron posiciones más adelantadas (seguro que por eso hicieron mejor tiempo que nosotros ;-P ).
A las 07:30 sonaron los cohetes que indicaban la salida, sin embargo hasta las 07:50 no haciamos sonar los chips al pasar por la línea de salida.
Nada más salir, pasamos por el centro del pueblo, en un momento que un globero casi no puede ni soñar que algún día podrá vivir, cientos de personas en las calles del pueblo animando y aplaudiendo a todos los participantes, al recordarlo se te ponen los vellos de punta. Los primeros 12 kilometros hasta Jaca son llanos y rectos por una amplia nacional, es un momento de incertidumbre, servidor que se considera un rodador estaba tentado de bajar piñones y poner a más de uno en fila, sin embargo previendo lo que se nos venía encima fuimos aprovechando los rebufos de los inmensos pelotones para intentar ahorrar fuerzas.
Tras pasar Jaca, de nuevo con gran cantidad de público en las calles, se comienza poco a poco a ascender hasta llegar a Villanúa, dónde se inicia el puerto de Somport. Pese a ser un puerto duro y de 19 kilometros de longitud, la perspectiva de lo mucho que queda y un clima benigno, hacen que no suponga un esfuerzo remarcable, pasamos junto a la magnifica estación de tren de Canfranc, actualmente en obras para su rehabilitación. Todavía hay fuerzas para poder subir dignamente por pendientes de casi hasta un 10%. Al pasar junto a la boca sur del tunel, un voluntario anunciaba "Somport (descenso) mojado y agua en Marie Blanque", por lo que nos podíamos imaginar que el solecito que nos acompañaba probablemente se despediría de nosotros en la frontera, y efectivamente al llegar a Candanchú las nubes nos cubrían y tras coronar se abría entre la niebla el largo descenso.
Sin embargo sólo en los primeros kilómetros el asfalto estaba húmedo, más abajo ya con el piso seco pudimos disfrutar del descenso y aprovechar para remontar algunas posiciones. Una vez más es remarcable la organización, además de estar la carretera cortada, había voluntarios en todas las curvas complicadas indicandolas con banderas rojas. Poco a poco el descenso se convierte en falso llano de camino a Escot, aprovecho que coincido con otros 4 "rodadores" y colaboramos a relevos, es un momento para comer algo e intercambiar impresiones con otros ciclistas.
Al llegar a Escot cambiamos de carretera e iniciamos el ascenso al Marie Blanque, en su inicio la carretera asciende poco a poco entre frondosos bosques (la diferencia en la vegetación entre la cara norte y sur de los pírineos es notable) junto al río-arroyo Barescou. Conforme pasan los kilómetros aumenta el nerviosismo pensando en los temibles 4 kilómetros finales, sin embargo los primeros discurren tranquilamente con porcentajes no superiores al 6%. Perp inexorablemente llegamos al tramo final, súbitamente la carretera se empina para ya no bajar de un 10% y llegar a rampas de hasta un 15 ó 16%. Con una velocidad media de 6-7 kms/h el pelotón se compacta y la carretera se llena de globeros luchando por mantenerse encima de la bici, hay gente que decide bajarse y subir tramos caminando, de tanto en tanto pasa algún máquina rezagado, haciendo zig-zags para ir esquivando a la lenta mayoría, en mi caso, teniendo que arrastar mis 85 kilazos, decido poner todo el desarrollo y mantener una cadencia lenta, para subir intentando ahorrar el máximo. El tramo se eterniza, a una velocidad media tan baja empleo una media hora en hacer la "pared". La carretera no te dá cuartel, ya que es una recta serpenteante, que no ofrece distracciones, finalmente se vislumbra una herradura a izquierdas, la única en todo el puerto y que anuncia que estas a pocos metros de la cumbre. Acelero los últimos metros, para al menos pasar dignamente ante la cámara que grababa el paso por el Marie Blanque (Para los que se quieran reir, el menda pasa junto a la cámara en el segundo 18 del vídeo del enlace:)
http://www.corriendovoy.com/video.php?id=412&video=28843
Ya en la cima, pequeña pausa para hacerme una foto con Ramón inmortalizando el momento:
Tras descender un par de kilómetros, parar en el avituallamiento y saludar a Marta (la mujer de Marc que sacrificadamente pasó la noche en la cima) y a los descendientes de Marc y Ramón (que sin duda mostraban un gran entusiasmo por presenciar el evento ;-) acabamos de descender el Marie Blanque.
El día seguía nublado, la temperatura era perfecta (10-15 grados) y el asfalto estaba casi totalmente seco, por lo que ahora se trataba de volver a buscar algún grupo para hacer más llevaderos los kilómetros de llano hasta el Portalet. Al alcanzar la carretera que nos llevaba a Laruns, se nos acabó el chollo de ir con la carretera cortada, sin embargo el poco tráfico, el control en los cruces y en el tráfico hacían que la circulación fuese muy segura, otro punto más a favor de la organización, cómo también hay que reseñar los 12 coches de asistencia (gentileza de Orbea) que ayudaban a cualquier participante con problemas mecánicos.
Tras llegar a Laruns, con más de 120 kilómetros en las piernas, se inicia el gran coloso de la ruta, el ascenso al Portalet, al salir del pueblo te encuentras con el primer cartel que te anuncia que te quedan 28 kilómetros hasta la cima, y en ese momento ya tienes la certeza de lo que te va a tocar hacer durante las siguiente 2 horas de tu vida. Aunque los primeros kilómetros de la ascensión, entre inmensas paredes de rocas, son suaves y te hacen confiar en tus fuerzas, a partir de Eaux-Chaudes los desniveles se incrementan y comienzas a notar que tus fuerzas flaquean, es en este eterno puerto en el que más se agradecen los ánimos de aficionados que han acampado a la espera del paso de los participantes, (la inmensa mayoría vascos, Aupa y Gora Euskadi!)
Aunque inicialmente puedas tener la ilusión de no parar hasta la cima, finalmente tras pasar por la presa se hace necesario detenerse en el avituallamiento situado a 9 kilómetros de la cima, a partir de aquí el paisaje se va abriendo, haciéndose más espectacular al ganar altura, ahora es posible divisar la carretera varios kilómetros por delante, la interminable hilera de ciclistas e intentar adivinar dónde acabará el puerto. Los desniveles se incrementan, pero entre la ilusión de sentir la cumbre más cercana y cada vez más gente animando, encuentras fuerzas para ir superando las pendientes. El último kilómetro es un momento indescriptible, los aplausos de la gente te hacen acelerar hasta ver el letrero pintado en la pared del Hotel Col de Pourtalet que te anuncia que lo peor llegó a su fin.
La interminable hilera de participantes.
El Portalet ofrece unas vistas increíbles durante los últimos kilómetros.
Sin embargo todavía quedan casi 50 kilómetros hasta la meta y algunas dificultades por superar, el descenso del Portalet es vertiginoso, la carretera ancha y las pendientes pronunciadas permiten superar holgadamente los 80 kms/h. Tras varios kilómetros de descenso se cambia de carretera para iniciar el ascenso al último puerto del día, la Hoz de Jaca. En este punto al intentar acelerar el ritmo, noté cómo mi pierna derecha me advertía de mis limitaciones con un inicio de rampa en los adductores, por lo que me limité a subir la Hoz de Jaca a ritmo sostenido y sin grandes alegrías, tras el descenso todavía quedaban los últimos 15 kilómetros de llano con viento de cara, pese a que en ese momento mi pierna ya estaba casi renqueante, apreté al máximo para ir remontando cada pequeño pelotón que me encontraba, aprovechando los rebufos de los coches si era necesario, ya al llegar a las próximidades de Sabiñanigo intuyes la llegada y al encarar la recta de llegada ya puedes vaciarte con la satisfacción de haber cumplido el objetivo.
Ya por la tarde en casa de los padres de Marc, nos reunimos todos para compartir e intercambiar las experiencias personales, afortunadamente todos acabamos sin grandes problemas, satisfechos, y en algunos casos pensando en repetir en el futuro.
P.D: Agradecer especialmente a la família Gascón el apoyo y el alojamiento, a todos los que animaron en las cunetas y a la P.C. Edelweiss por organizar una marcha tan increíble.
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